Días después regresé al trabajo. Ese día me sentí feliz y con la esperanza de poder ir juntando dinero para acabar con esa deuda. ¿De cuánto era? Ya no tenía la cuenta precisa. Con la cantidad exorbitante de intereses más sus "penalizaciones" por no pagarle a tiempo, esa deuda empezaba a ser impagable. Por otro lado, mis deudas con las TDC empezaban a dispararse y lo poco que había avanzado cuando pedí aquel préstamo no sirvió para nada. En realidad sí sirvió, pero para empeorar las cosas. Ahora le debía al banco y al usurero. ¡Vaya negocio! Intenté salir de "guatemala para entrar a guatepeor". Las dos deudas iban creciendo a pasos agigantados.
Evité estar pensando en él todo el tiempo y decidí concentrarme en mis actividades para poder salir del hoyo. Un día, sin embargo, me buscó en mi centro de trabajo para cobrarme.
"¿Y de dónde quiere que saque dinero? No he cobrado aún". Le dije, "Pues vas a tener que ir a buscarlo, porque yo pienso demandarte ya".
Me quedé muy nerviosa y preocupada. No me pude concentrar en mi trabajo. "Si me demanda... ¿qué voy a hacer?... Dios mío.... tengo que pagarle.... tengo que pagarle...".
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