Toda historia trágica tiene su lado cómico. Como estas personas
se dedicaban al "requemón" con cuantos conocían, pues se les dio una
sopa de su propio chocolate.
En un momento de hastío y de verdadera audacia, después de tener que aguantar los gritos del usurero (ahora el que gritaba de nuevo era él) mi amiga se dirigió a la puerta de estas personas y a cada "cliente" que se acercaba les decía: "tengan cuidado, aquí viven unos rateros".
Cuando recuerdo esto, e imagino la cara de los usureros al ver que sus "clientes" empezaban a alejarse, me da risa. Y es que cuando las leyes son huecas, cuando no tienes recursos, sólo tu ingenio te puede salvar.
La usurera se enteró y le fue a reclamar. Le dijo que la estaba ofendiendo y mi amiga se rió: "¿Qué se siente que te digan ratero cuando no lo eres?". La mujer estaba perdiendo la paciencia pero todavía no sabía cómo reaccionar. "La mula le estaba saliendo respondona" y no veía muchas alternativas. Algo me queda claro: si fuera tan fácil tomar cartas en el asunto, lo habría hecho, pero en el fondo sabía que podía perder mucho más que lo que podía ganar.
Yo todavía tenía temor, no sabía qué hacer en caso que me demandara. Lo que sí teniamos claro es que jamás diríamos que no le habíamos pagado. "Yo ya te pagué" era nuestro lema y así lo sostendríamos frente a quien fuera, sobre todo, porque ya teníamos en nuestro poder los recibos del banco a su nombre. ¿Se animaría a hacernos algo? No, sin duda, no.
Amiga en verdad es admirable tu lucha, y si muchos caemos en ese gran error, de endudarnos con motivos o no pero es atormentante.
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